
... pero yo no tengo paz. En mi cabeza dan vueltas millones de cosas, pero o soy demasiado exigente o demasiado perro para concretar algo. Las noches son eternas y prefiero anular el día con el sueño. Es un tipo de depresión. La anulación de la vida consciente. Lo que veo, y sobre todo lo que pienso, me da miedo a veces. La falta de alegría por las cosas, solo sentir el alivio del que sobrevive y no la euforia del que vive. E intento salir, porque solo es el principio y lo puedo esquivar si me concentro y reuno todas las fuerzas, pero a que alto coste. Todo se ha derrumbado a mi alrededor en los últimos años, tu lo sabes Gaspar, porque también lo has sentido. La gente se va, el tiempo se escapa entre tus manos y el seguir en el inframundo (este año, sin Alicia) un rato más se me hace insoportable a veces. La mayoría del tiempo, gracias a las pastillas, y a lo que es peor, la costumbre, me las ingenio para pasar con más pena que gloria. La falta de alicientes para poner el pie en el suelo por las mañanas es inmensa... ya no me interesa demasiado la tele y no soporto muchas cosas. Mi comportamiento pasa por fases raras, disfruto viendo películas malísimas y me he aficionado a la Fórmula 1 ( los domingos son atroces en Granada, Fran y yo nos miramos y vemos la tele para no llorar como damiselas), pero no puedo aguantar ni por un segundo música que no me llene plenamente. La mayoría del tiempo tampoco puedo leer y cuando leo lo hago convulsivamente, pues ignoro lo que durará la racha. Y este terrible calor....
0 comentarios